El nacimiento del Mundo

Nuestro mundo, desde sus comienzos, ha forjado innumerables leyendas e historias que a lo largo de los años han dado forma y encauzado los destinos de miles de vidas.
Leyendas que inspiraban y enlazaban los corazones de las personas que escuchaban de ellas, empujándoles a embarcarse en aventuras con una visión de un futuro mejor inspirados por éstas. Otras leyendas por el contrario inundan pesadillas, caos y terror a aquellos que las escuchaban y sólo unos pocos eran capaces de sonreír ante éstas e incluso abrazarlas sembrando en el mundo la corrupción y el caos con el fin de alcanzar poder...

Sin embargo, ninguna de estas leyendas, cuentos o historias habrían nacido de no ser por una leyenda en especial... Él fue el principio de todo y aunque hayamos olvidado su aspecto y nombre, su leyenda se transmite de boca en boca tal como yo os lo cuento a vosotros... je, ¿Que no sabéis de quién os hablo? os hablo del original, del padre de todos nosotros, de El Único....
   Todo era nada, y nada era lo único que rodeaba al ser supremo que vio nacer nuestro mundo. Un ser insomne,  inapetente pero vivo. Pensaba, sentía, sufría y amaba. Era un único ser en un mundo tan grande y basto como infinito, todo a su alrededor no eran más que estrellas y planetas yermos y vacíos.
   Nadie sabe cuanto tiempo estuvo divagando en el cielo, bailando entre las estrellas, hablando con el Sol y la Luna, pero una vez El Único ya no tuvo nada más que hacer con un universo tan infinito se sentó en uno de los planetas a pensar. A éste planeta lo bautizó como " La Tierra", y sirvió por un tiempo para que el ente llegase a la conclusión de que se sentía solo. Sabía hablar, pensar y sentir, mas no tenía con quien compartirlo. Llegó a imaginarse a un amigo, un hermano...siendo él mismo quien inventó aquellas palabras.
Quizás fuese por amor, o quizás pena, nadie sabe hoy día porqué El Único decidió deshacer su cuerpo en cinco entes diferentes. Quiso tener hijos pero no había nadie más como el, ni sabía como hacerlo, resultando su sacrificio el que dio vida a los dioses en la misma "Tierra" donde se paró a pensar.

El primero nació de su Carne al desprenderse de los huesos de El Único, dándose a si mismo el nombre de lo primero que pisó en aquel mundo, Tierra. El más fuerte y robusto de los hermanos.
El segundo en nacer fue el líquido rojizo que salió de los ojos de El Único antes de que la carne se desprendiese de su cuerpo. La Sangre no tenía cuerpo consistente y por eso no pudo contenerse a si mismo, desplegando su forma por todo el mundo y dándose a si mismo el nombre de Agua. El más ágil y esbelto de ellos.
Sus pensamientos  se liberaron de golpe a la hora de morir. Todo lo que su Mente había pensado y divagado en aquellos años se expandió por el cielo azul tomando el nombre de Aire, y por ende, el más sabio de los cinco.
El siguiente, su Alma, aquella parte que había conocido todo tipo de sentimientos y quizás el que había llevado hasta la muerte a El Único por el sentimiento de soledad, y en parte amor, por poder crear algo tras pensar en aquel descanso. Su sentimiento era tan fuerte que colmó de calor al padre y en su aparición incluso deshizo la piedra y la tierra que se encontraba a su paso, formando el primer volcán del mundo. Fuego fue el más caótico y malvado pues se creyó el más poderoso por hacer hervir el Agua y derretir la piedra.
¿Y cual fue el quinto?
Tiempo nació de los huesos de El Único, lo más inmortal que un ser posee, lo que más tarda el tiempo en deshacer.


Pese las diferencias, discusiones o rivalidad, los hermanos siempre se amaban, se daban ideas y se protegían unos a otros. Pasaron bastantes años cuando llegaron al mismo punto que su padre. Sólo ellos existían en aquel mundo, se empezaron a sentir vacíos pese a haber creado montañas, valles, ríos y volcanes. Se peleaban entre ellos para ver quien de los cuatro conseguía más terreno, creando terremotos, tifones, huracanes y todo tipo de catástrofes que pudiesen llegar a imaginarse mientras reñían.
Así pues, empezaron a crear razas; entre humanoides, bestias, animales... todo tipo de criaturas que ellos imaginaban las creaban de su propia esencia. Aquello tenía un fallo, al no tener la esencia del resto de los hermanos terminaban destruyéndose. Las creaciones de Tierra no podían pensar ni sentir, las creaciones de Agua no tenían fuerza para aguantarse ni sentían, las creaciones de Viento eran simplemente ese elemento y las creaciones de Fuego eran tan temperamentales que él mismo las eliminaba. Por otro lado, las creaciones de Tiempo siempre morían de vejez a una velocidad que ni él podía disfrutar.

Al ver esto los hermanos tuvieron que llegar a un consenso, y fue así como poco a poco y entre todos, fueron creando a las razas que hoy conocemos. Cada raza era portadora de un elemento en su interior más pronunciado que el resto, formando con Carne, Sangre, Mente y Alma lo esencial para la creación y que no muriese al poco. Con Tiempo no contaron para esta creación, pero él, obedeciendo a su padre, maldijo a aquellas razas con la mortalidad, haciendo que con el paso del tiempo envejeciesen y no fuesen inmortales como ellos.
Ante esta decisión, los cuatro hermanos se enfadaron con él y le dieron la espalda, quedando así olvidado de toda historia.

Existen otras leyendas, en las que se dice que incluso los tres primeros hermanos se juntaron para neutralizar a su hermano caótico antes de que destruyese el mundo donde su padre les había creado, encerrándolo para siempre en las profundidades de su primer volcán. Otras leyendas cuentan que Tierra y Agua siguen hoy en día peleándose para ver quien consigue más terreno y que su hermano Viento, siempre mostrándose neutral, observa desde su trono en las alturas y solo toma parte separándolos cuando están a punto de conseguir lo que más temían y razón por la que desterraron a Fuego, el fin del mundo.